—Luna está triste.
—¿Ah, sí?
—Sí.
—Vamos, Thor, no te lo calles. ¿Quién es Luna?
—Ya sabes, Luna. Luna es la perrita que vive en nuestra calle.
—¡Ah! Esa bonita cocker spaniel. Últimamente está siempre en el patio.
—¡Por eso digo que está triste! Me lo dijo ayer durante el paseo.
—Pero si no nos la encontramos, estaba en su casa.
—Pues por eso. Sus amos no la llevan a pasear.
—¡Oh, no!
—¡Sí! Me lo dijo cuando pasábamos delante. Está muy triste porque no tienen tiempo para ella. La tienen siempre en el patio, no la llevan a pasear ni le hacen caricias. A mí me encanta que me hagas caricias.
—Claro que sí, Thor. Es como debe ser. Un perro abandonado en el patio de casa es un perro indudablemente triste.
—Está muy frustrada. Me dijo que cuando salió su ama para ponerle la comida, ella se puso tan contenta que se le echó encima y la tiró. ¡No quería hacerle daño! Pero es que estaba tan feliz de verla…
—Luna debía estar desbordante de energía y tenía que sacarla de alguna manera. No sale a pasear, no le prestan atención, no juega con nadie… Su dueña venía, ¿cómo no iba a alegrarse?
—Ahora está atada con una cadena. Dime que nunca me atarás con una cadena en el patio.
—Nunca, Thor. Eso no se le hace a un perro.