Solemos pensar en perros que han sido botados a la calle cuando es ahí donde los encontramos, pero lo cierto es que hay muchas otras circunstancias que pueden dejar a un perro sin un hogar de verdad.
Estos animales pueden haber nacido en la calle, por ejemplo, o pueden haberse escapado y perdido. Es duro, pero es así. También puede ser, y en esto no se piensa a menudo, que pertenecen a personas sin recursos y, lo que es más, sin hogar.
A los perros no les importa si viven en una casa, una mansión, un departamento o en la calle, siempre que estén con su familia (por eso en realidad no es importante el tamaño de tu hogar, sino que saques a tu perro a pasear). Este es el caso de Rachel, una perrita encontrada en un basurero, sin collar y sin humanos cerca, que había hecho un nido en medio de la basura para dar a luz.
Aquel no era un lugar saludable para nadie, así que alguien llamó a la protectora, y estos vinieron. Sacaron al cachorro y consiguieron hacer lo mismo con la madre, que al principio se mostraba esquiva y agresiva, hasta que vio que estas personas no querían hacerle daño.
Así que Rachel fue llevada a la protectora con su bebé, al que llamaron Norman. Allí se esterilizó a la perrita, se comprobó que ambos estuvieran sanos, y todo había ido milagrosamente bien.
Al final, el dueño logró contactar con ellos. Como he dicho, el hombre era un indigente, y toda su familia y toda su vida era Rachel. Estaba muy contento de recuperarla, y la perrita se notaba feliz al regresar con su humano. Había escapado solo porque el instinto se impuso a todo lo demás: necesitaba un lugar apartado para dar a luz, y eso es todo.
En cuanto a Norman, los voluntarios de la protectora hablaron con el dueño y le propusieron darlo en adopción. Así fue. El cachorro fue adoptado en cuestión de días, y hoy es un perro adulto, sano y feliz.
Marcos Mendoza
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