Nuestro vínculo con los perros se remonta a hace por lo menos 14.000 años, cuando los primeros lobos se acercaron a los humanos, y comenzó una relación simbiótica que intercambiaba comida, protección y cobijo.
Desde entonces, los perros han evolucionado mucho, en parte por las necesidades de esta relación simbiótica, y en parte por la selección que se ha llevado a cabo por los propios humanos. Así es como se desarrollaron las razas que hoy conocemos, cada una con características especiales que se han ido eligiendo a lo largo de las generaciones.
Pero… ¿sabes que hay algo muy concreto que los perros han empezado a desarrollar recientemente, y sin que las personas hagamos nada por conseguirlo? De hecho, la mayoría no somos ni conscientes de que esto sucede.
Dime una cosa. Cuando tu perro hace una trastada y lo regañas… ¿te pone cara de pena? Esos ojitos de cachorrito que no puedes resistir, esa expresión que dice «no me odies, yo te quiero, seré bueno». Más aún. ¿No hay veces en que jurarías que tu perro está sonriendo, cuando juegan, o cuando llegas a casa, o cuando tienes comida en la mano?
Bueno, pues estas cosas no son seleccionadas por una raza, ni lo hemos buscado nosotros como humanos. Es más, tampoco tiene ninguna utilidad en el mundo: solo sirven para «manipular» a los humanos.
Así, por ejemplo, algunos perros aprenden a manipular los músculos del hocico para mostrar una sonrisa, porque ven a los humanos sonreír y saben que eso trae cosas buenas. Tu perro sabe que, si sonríe, te pondrás contento.
Pero lo verdaderamente impresionante no es eso. Lo impresionante es que, en las últimas generaciones, los perros han desarrollado un control extra en los músculos alrededor de los ojos, y utilizando esos músculos es como pone carita de pena.
Tómate un minuto para pensarlo bien. Los perros han EVOLUCIONADO para mostrarte una expresión que te va a apaciguar, incluso provocarte ternura. Así es como lidia con tu enfado. ¡La evolución es INCREÍBLE!
Marcos Mendoza
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